mi blog
mujeres del vino cata “tast amb dones”
La Matriarca del Priorat: el alma femenina entre llicorelles
En el corazón del Priorat, donde las cepas crecen sobre suelos de pizarra (llicorella) y las pendientes desafían a cualquier tractor, existe una fuerza que no se mide en grados de inclinación ni en horas de sol: la fuerza de las mujeres que han dado forma a este paisaje. No desde el escaparate, sino desde el compromiso callado, desde la constancia diaria, desde el arraigo.
A lo largo de generaciones, estas mujeres han sido mucho más que esposas, madres o ayudantes. Han sido las verdaderas matriarcas del viñedo. Las que se quedaron cuando muchos se fueron. Las que mantuvieron vivas las fincas familiares. Las que sabían cuándo una cepa necesitaba poda, cuándo la uva pedía espera, y cuándo era el momento de vendimiar a pesar del cansancio.
La historia de la viticultura prioratina no puede contarse sin ellas. En cada finca hay una mujer que lo sostuvo todo cuando parecía que no quedaba nada. Algunas figuran en los libros de familia, otras sólo en la memoria oral. Pero su legado es visible en cada bancal, en cada vendimia, en cada copa.
Y aunque a veces han sido invisibilizadas, su conocimiento ha sido decisivo para mantener vivas las prácticas más sostenibles, la conexión con el paisaje y la transmisión cultural. La sabiduría de la tierra también se hereda por vía materna.
Hoy, más que nunca, es tiempo de reivindicar su papel. De nombrarlas. De escucharlas. De celebrarlas.
Porque cultivar en el Priorat no es solo un acto agrícola. Es un acto emocional. Es cuidar, resistir, observar y prever. Es tejer la historia de un territorio con gestos pequeños pero cargados de sentido.
La viticultura del Priorat es femenina. Y cada botella que abrimos guarda no solo historia… sino también el coraje, la sensibilidad y la fuerza de una mujer valiente.